Dar gracias por las pantallas inteligentes
En el mundo de los medios digitales, utilizamos la palabra “interactividad” para hacer una distinción importante en la forma en que las personas usan las pantallas. Si pensamos en la primera generación de pantallas, los televisores, pedían a los espectadores que simplemente miraran y no respondieran a las pantallas. Algunos programas animan a los niños a reaccionar ante lo que ven a través de sus propias palabras o acciones. Por ejemplo, el Sr. Rogers fue uno de los primeros en dirigir preguntas directamente a los niños y darles tiempo para responder. Programas como Blue’s Clues, SuperWhy, Sesame Street y Daniel Tiger’s Neighborhood han continuado con esta idea de hablar con los niños y esperar respuestas. Es maravilloso ver esto en acción, pero debido a que la televisión es una forma de comunicación unidireccional, los creadores del programa no tienen forma de saber si los niños realmente están respondiendo.
Aquí es donde entra en juego la interactividad. Quizás la forma más obvia de interactividad sea un juego basado en pantalla, donde la acción del juego no continúa a menos que el jugador responda de alguna manera, generalmente a través de una acción manual como deslizar el dedo o clic del ratoncito. Los juegos educativos conectan la interactividad con los objetivos de aprendizaje, donde la acción del juego está impulsada por lo que el niño sabe o lo que cree que es la mejor manera de proceder. La interactividad tiende a mantener al niño más involucrado en la experiencia y es posible ver cómo se desempeña y, por lo tanto, qué puede estar aprendiendo en el proceso. Es por eso que nosotros en el mundo de PBS KIDS enfatizamos que cuando a los niños les encantan ciertos programas, deben jugar los juegos conectados a esos programas a través de la aplicación PBS KIDS Games o en pbskids.org.
Hay otro nivel de interactividad que es aún más beneficioso, y es cuando varios humanos participan y se comunican entre sí durante el juego. A veces esto ocurre a través del diseño intencional del juego y otras veces es porque otra persona quiere involucrarse. Varias cabezas pueden unirse para resolver los desafíos de un juego y, en el proceso, los jugadores obtienen una práctica importante en las interacciones humanas cotidianas. Cuando ves a un niño inmerso activamente en un juego, existe la tentación de dejar que el juego continúe, de no interrumpirlo y de agradecer un tiempo que puedes utilizar para otros asuntos. Te animo a que de vez en cuando resistas esa tentación y te involucres. Pregunta si pueden jugar juntos o si tu hijo puede enseñarte cómo jugar. Quizás haya una manera de participar en una competencia amistosa. Durante el juego, intenta continuar el diálogo, mostrándole a su hijo que es posible jugar y comunicarse al mismo tiempo. Y al final de tu sesión, dado que es la temporada de dar gracias, un lindo abrazo de gratitud es una excelente manera de concluir la experiencia.
Benjamin Kramer, PhD, si the director of education for Austin PBS.
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