Imagine que usted es un estudiante entrando al salón de clases. La maestra está parada junto a la puerta y con gusto le saluda por su nombre. Puede que diga algo personal como, “Escuche que tuvieron un juego difícil anoche. ¿Está bien?” o tal vez ella dice, “Gracias por llegar a tiempo; me alegro que esté aquí.”

Ahora imagine entrar a otro salón de clases. La maestra frenéticamente busca entre los papeles sobre su escritorio. Ella no le toma en cuenta cuando usted entra. Cuando suena la campana, mira hacia arriba, exasperada, y dice con sarcasmo, “Ah bueno, al menos algunos de ustedes lograron encontrar sus asientos. Saque su tarea si la tiene, que lo más probable es que no.”

Dentro de esos primeros segundos, estas maestras han establecido una pauta para el período de clase. ¿Cual escenario piensa usted que haga que los niños sean más propensos a aprender? ¿A tener interacciones positivas con sus compañeros? ¿A tratar a sus maestros con respeto?

Los estudiantes que tiene una relación amistosa y positiva con sus maestros son más propensos a sentir una conexión personal que fomenta la confianza, encuentra Sara Rimm-Kaufman, Ph.D., de la Universidad de Virginia. A su vez, esto estimula a los estudiantes a confiar en un maestro cuando tienen problemas con las tareas o problemas con la intimidación, escribe en su revisión de la investigación para la Asociación Americana de Psicología, titulado, “Mejorar las Relaciones de los Estudiantes con los Maestros para Proporcionar Apoyos Esenciales para el Aprendizaje.”

La Función del Maestro

¿Qué pueden hacer los maestros? Para empezar, llegar a conocer a cada estudiante. Por supuesto, esto puede ser difícil para los maestros de secundaria y preparatoria, quienes tienen cinco o seis clases de 32 estudiantes en cada uno. Sin embargo, es posible. Como mínimo, puede aprender los nombres de sus estudiantes y usarlos cada vez que habla con ellos. Es cierto que es la responsabilidad del estudiante de aprender y tener éxito, pero un maestro invertido en ese éxito hace una gran diferencia.

También, un ambiente positivo en el salón de clase es la clave para construir relaciones entre los estudiantes. Y más que todos, los estudiantes difíciles necesitan sentir conexiones emocionales con sus maestros y compañeros. Los maestros pueden aumentar la participación y reducir el comportamiento destructivo dando elogios y orientación en lugar de críticas.

La relación en sí, no es la meta final; la instrucción y el desarrollo personal sí lo son. Un maestro debe trasmitir que lo que enseña es importante para él. ¿Le interesa el contenido? ¿Le apasiona el material? Los maestros que mantienen a sus estudiantes en altos—pero apropiados—estándares, muestran que creen que sus estudiantes pueden alcanzar esos estándares.

La Función de los Padres de Familia

Como padres, ¿cómo podemos ayudar a los maestros a construir una relación positiva con nuestros hijos?

Deberíamos esperar que nuestros hijos traten a los maestros con respeto. Debemos modelar el perdón y enfatizar el ofrecer segundas oportunidades. Podemos recordarles a nuestros hijos que los maestros son seres humanos. Van a perder la paciencia, a cometer errores y hasta podrían recurrir al sarcasmo. Deberíamos recordarles a nuestros hijos sobre las limitaciones impuestas en los maestros a causa de los salones de clase saturados y el tiempo limitado fuera del horario de clase.

Para los niños en edad preescolar, podemos practicar comportamientos que conducen a una relación positiva entre maestros y niños. Póngase a su nivel, haga contacto visual y tenga interacciones cara a cara. Utilice voces tranquilas y agradables y salude a los niños cariñosamente. Realmente escuche lo que tienen que decir. Responda rápido y compasivamente cuando están batallando. Cuando un niño llora, proporciónele comodidad. Establezca y enseñe las expectativas. Modele los comportamientos apropiados. Deles elogios cuando se cumplen las expectativas y reconozca el esfuerzo.

Lecciones Duraderas

Rara vez nos cuestionamos la importancia de una relación fuerte y positiva entre los estudiantes más pequeños y sus maestros. Qué triste es que conforme los niños crecen, a menudo los empujamos a “endurecerse” y hacerse independientes al punto de no buscar la motivación y el apoyo.

¿Acaso, el empujar para el progreso académico y las pruebas estandarizadas deja menos lugar para construir relaciones? En realidad, muchos maestros encuentran que las relaciones positivas les ayudan a alcanzar y enseñar a sus estudiantes.

Como adultos, sabemos qué tipo de jefe preferiríamos. Los estudiantes quieren lo mismo de sus maestros. Todos apreciamos ser tratados con respeto, recibiendo apoyo cuando sea necesario y tener nuestro arduo trabajo reconocido.

 

Jennifer VanBuren es una educadora, madre de tres niños en edad escolar y una doula de parto en Georgetown.

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