P. Mi hijo de 2 años de edad tiene problemas para dejar de jugar. Hace un tiempo, me di cuenta que cuando le pido que deje de jugar para que podamos salir de la casa o comer o ir a la cama, él hace un berrinche. Así que, lo dejaba hasta que se cansara. Pero recientemente, comenzó a golpearse la cabeza durante sus berrinches. Me preocupa que se lastime. ¿Qué debo hacer?
R. A menudo esperamos que nuestros hijos cambien rápidamente de una actividad a otra. Esta expectativa “rápida” es muy difícil para los niños pequeños. Su hijo se está comunicando de la manera que sabe, por acciones y no por palabras. Sus berrinches dicen: “No puedo hacer esto rápidamente”. Cuando ignora eso, él se frustra y recurre a golpearse la cabeza.
Si bien es común que los niños de 2 años de edad batallen con las transiciones, muchos niños mayores e incluso adultos también batallan (por ejemplo, dejar de trabajar en la computadora o detenerse en medio de un videojuego). Generalmente no nos golpeamos la cabeza, porque tenemos palabras. Podemos decir: “Dame 10 minutos”. Entonces, ¿qué debe hacer? Estas son algunas sugerencias:
- Dar una advertencia. Algunos padres usan un reloj y dicen, “cuando la mano grande llegue hasta arriba, tienes que dejar de jugar y subir al auto.” Algunos usan una cuenta regresiva, con advertencias a los 10 minutos, luego a los cinco minutes, luego a los dos minutes. Ajuste el tiempo a lo que funciona para su hijo. Las advertencias son una de las mejores maneras de lograr una transición más fluida.
- Ofrecer ayuda. Usted podría hacer un juego de guardar los juguetes, por ejemplo, “vamos a ver quién de nosotros puede guardar cinco juguetes más rápido.”
- Dejar que su hijo se lleve algo a su siguiente actividad. Podría llevarse lo que T. Berry Brazelton, un reconocido pediatra y experto en niños, llama “lovey”. Un lovey es ese animal de peluche o cobija que el niño quiere con él la mayor parte del tiempo, y especialmente cuando está estresado. O podría llevarse un pequeño juguete de la actividad que está dejando atrás.
- Recompensar el buen comportamiento. Esto puede ser tangible, como una calcomanía de una carita sonriente, un pequeño detalle que se da (idealmente) inmediatamente después del un buen comportamiento y con la aprobación verbal como, por ejemplo, te preparaste para irnos muy rápido esta vez.” No abuse de frases como, “buen trabajo,” que rápidamente se vuelve sin sentido.
- Agacharse cerca de su hijo. Al dar advertencias, estar al nivel del niño y cerca se siente menos amenazante y funciona mejor que gritar desde el otro lado de la habitación.
- Ofrecer opciones. Esto funciona para darle al niño una sensación de control, como, “¿cuál quieres guardar primero, tus coches o tus otros juguetes?”
- Establecer rituales. Publicar un horario diario con imágenes puede ayudar. Cada mañana, puede hablar sobre las actividades del día e incluso jugar el papel de cómo serían las transiciones. Los rituales para la hora de acostarse funcionan mejor animando a los niños a que dejen lo que están haciendo y se metan en la cama para leerles o contarles un cuento.
- Contar un cuento con moraleja. Invente una historia sobre un niño que se golpea la cabeza y tiene que usar un casco para evitar tener abolladuras en la cabeza. Pídale a su hijo que aporte con ideas para que el niño de la historia deje de golpearse la cabeza. Si su hijo continúa golpeándose la cabeza, puede recurrir a ponerle un casco para proteger su cabeza. Puede explicar que cuando deje de golpearse la cabeza, no tendrá que usarlo. Pronto estará listo para dejarlo.
Su hijo de 2 años de edad está tratando de ganar algo de control sobre su vida. La razón por la que escucha “No” con tanta frecuencia en un niño de 2 años de edad es para decirle que no puede controlar todo. Dice, “soy una persona separada con ideas propias.” Eventualmente, su hijo comenzará a usar más palabras para decirle lo que quiere y cómo se siente.
Betty Richardson, PhD, RNC, LPC, LMFT, es una psicoterapeuta situada en Austin.
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