Hay tantas maneras diferentes de jugar, cada una con sus características y fortalezas. Tendemos a pensar en el juego en su forma más abierta, cuando los niños están en un lugar específico (un parque infantil, una habitación, una piscina), a menudo con otros niños, y aprovechan la libertad para crear. Las personas, los lugares y las cosas se transforman en lo que los niños quieren que sean para servir a la historia que están creando. Suceden cosas realmente importantes durante este tipo de juego: exploración del lenguaje, ensayos de roles, conflicto y negociación y, con suerte, mucha risa. 

 

Otro tipo de juego está limitado por reglas y opciones limitadas. Esto suena negativo, pero así es como funcionan la mayoría de los deportes y juegos de video. En este tipo de juego, estás inmerso en un mundo que no es como la vida diaria y te enfrentas al desafío de mejorar en algo mientras sigues las reglas. El éxito implica que has adquirido un conjunto de habilidades útil para ese juego. Los juegos educativos tienen un doble sentido de “ganar”: no solo tus habilidades son buenas para ese juego, sino que en el camino has adquirido habilidades para el aprendizaje y la vida. 

Entre estos dos tipos de juego existen muchas opciones para ser juguetón mientras te permaneces en el mundo tal como lo conocemos: cantar, escribir, pintar, cocinar, filmar, vestir al perro, etc. Cuando hablamos de “jugar,” encuentro que a veces ignoramos este rico mundo de posibilidades al enfocarnos en los dos poderosos mundos de juego descritos anteriormente.

Este es mi deseo para el verano: ¡mucho juego y diversión para todos! Si estás buscando ideas, visita pbsparents.org.

 

Benjamin Kramer, PhD, es el director de educación de Austin PBS.

 

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